Dálivas

Espacio artístico.
de Marco Isaí



jueves, 23 de septiembre de 2010

CLEMENCIA

“Novelas como esta me hacen recordar la grandiosidad de nuestros autores mexicanos”.


Novela Romántica de Ignacio Manuel Altamirano.


Se desarrolla en un momento histórico de México, la invasión francesa, y contiene un lenguaje narrativo tan sencillo y cautivador que no deja de ser poético. La profundidad con la que describe sus personajes  a lo largo de la novela es prueba de una sabiduría esplendida, como se desarrollan sus sentimientos y como se van dando las situaciones no deja espacio para el aburrimiento.
Clemencia es una obra de romanticismo mexicano perfecta, sin duda la mejor de Altamirano. Plantea en ella la fidelidad y la confianza, así como la diferencia del bien y el mal, los sentimientos y la pura vanidad y como mencione arriba la sabiduría del arte de escribir.



Ignacio Manuel Altamirano



(Tixtla, Guerrero, México, 1834 — San Remo, Italia, 1893) fue un escritor, periodista, maestro y político mexicano.
Nació en la población de Tixtla, Guerrero, en el seno de una familia de raza indígena pura, su padre tenía una posición de mando entre la etnia de los chontales. En el año de 1848 su padre fue nombrado alcalde de Tixtla y eso permitió al joven Ignacio Manuel, que a la sazón contaba con 14 años, la oportunidad de asistir a la escuela.
Aprendió a leer y a escribir, así como aritmética en su ciudad natal. Realizó sus primeros estudios en la ciudad de Toluca, gracias a una beca que le fue otorgada por Ignacio Ramírez, de quien fue discípulo. Recibió cátedra en el Instituto Literario de Toluca. Cursó derecho en el Colegio de San Juan de Letrán. Perteneció a asociaciones académicas y literarias como el Conservatorio Dramático Mexicano, la Sociedad Nezahualcóyotl, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, el Liceo Hidalgo, el Club Álvarez…


lunes, 20 de septiembre de 2010

EL MUNDO SE ESTA VOLVIENDO LOCO


Siendo realistas el mundo nunca ha estado bien. Pero como esperamos que este “bien” con tanta diversidad, digo, somos demasiados. Y si en un nucleó familiar tenemos diferencias, es normal que los problemas que hay mundialmente sean graves.
Siendo fatalistas tal vez no mejoren demasiado en lo que nos queda de vida. Pero de nosotros depende que mejore siquiera un poco.
Lamentablemente muy pocos tenemos la ambición de ser mejores. Somos minoría.
¿Qué debemos hacer? 

lunes, 13 de septiembre de 2010

Demasiado tiempo libre...

Tengo un año dentro de lo que cabe libre. No me causa mucha alegría pero lo emplearemos para hacer cosas que claro me gusten… Entre ellas tengo más tiempo para mi blog, casi no atendido por falta de tiempo.